domingo, 9 de mayo de 2010

" QUIEN EXCLUYE A DIOS DE SU VIDA, FALSEA SU REALIDAD


Al leer aproximadamente 300 páginas de la cuidad de Dios, me ha quedado la sensación de que la realidad de Roma que san Agustín comenta en ésta magistral obra, es muy similar a la que nos ha tocado vivir en éstos tiempos de confusión.
La frase que he escrito al principio es como una síntesis de lo que san Agustín habla en su libro y lo que la sociedad de hoy vive. Parece ser que después de más de 2000 años de la venida de Cristo, el mundo vive como en una caricatura, como en una realidad fuera de la realidad, como si la negación absoluta del Dios que vino a mostrarnos Jesús, fuera la solución para vivir una vida más “auténtica” según los pararametros consumistas y hedonistas que desde distintos flancos (especialmente los medios de comunicación) son disparados como dardos encendidos hacia el hombre de hoy para borrar de él la impronta de Dios, que le da la verdadera identidad como heredero de algo más grande que éste medio caduco, efímero y contingente.
Los antiguos griegos pasaron del mito al logos y, haciendo un recorrido por los grandes filósofos helenos que hicieron del uso de la razón una verdadera virtud, tanto así, que la sabiduría se consideraba como belleza; pero parece ser que en los tiempos actuales que son los de el avance tecnológico, donde la ciencia ha llegado a limites que el ser humano nunca imaginó, el hombre ha retrocedido en el paso del Logos al mito. El hombre de hoy día ha dejado la Verdad, por irse detrás energías, cuarzos, piedras, velas de colores, imágenes de buda, astros celestes y cuanta cosa le de bienestar, placer, dinero y lo haga dios de sí mismo, pero sin Aquel que lo ha querido divinizar con Él, en Él y para Él.
Es verdad hemos falseado nuestra realidad más sublime, la de hijos de Dios, y, entonces como en tiempos de san Agustín, a quién hachcar la culpa de todos los males que a caen sobre la humanidad de hoy…
Dios desde el principio le ha dado al hombre el regalo de la libertad para escoger la verdad que es Él mismo, y su verdad, es decir, la verdad que él quiere vivir; no nos hemos dado cuenta que este ejercicio de la libertad que Dios nos regala es el verdadero ejercicio de la razón orientada hacia única verdad por la que el ser humano se ha desgastado durante toda su vida.
Desde la ilustración se ha querido hacer creer que en la edad media no hubo progreso en el pensamiento humano, y que esa época fue totalmente oscurantista porque todo se reflexionaba desde Dios. Hoy todo se trata de pensar y hacer sin Dios; me pregunto entonces ¿cuál será la verdadera época oscurantista? Muchos tratan de míticos a aquellos que tienen a Dios como centro y única verdad de su vida, y tratan de pensamiento libre a otros con una cierta filosofía panteísta.
Pregunto al igual que san Agustín preguntaba a los romanos de su época sobre sus dioses ¿dónde está oh hombre tu diosa razón que te ha llevado a vivir en un relativismo tal que te a hecho perder hasta tu propia verdad?, ¿dónde está oh hombre tu diosa ciencia que ha prometido el remedio para todos tus males, menos para tu vacío existencial y tu contingencia vitalicia?, ¿ dónde están tus tantos dioses que te prometen salud, dinero, placer, amor, “libertad”, si cada vez te ves más pobre, enfermo por dentro, egoísta y esclavo de ti mismo y del placer?, y, ¿dónde quedas tu hombre hedonista, que te has querido hacer dios de ti mismo, cundo no puedes gobernarte?
Podría concluir que la sociedad romana que vio san Agustín, no dista mucho de la sociedad que hoy presenciamos, y que en su mentira y degradación se precipita sin remedio hacia su propia destrucción siendo sólo ella la única culpable de tal catástrofe.


Javier Darío Díaz Gómez.

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